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Singularidad esclarecedora.
En siete siglos de historia, hemos visto ir y venir modas. Algunas eran mínimas, otras más barrocas, pero todas perseguían el tiempo en una búsqueda desesperada de lo “nuevo”.
El tiempo en Venecia, en cambio, transcurre lentamente. No hay prisa, ni locura, solo una gran cantidad de espacio y tiempo para desarrollar su oficio. Así que nos tomamos nuestro tiempo y en ese tiempo aprendimos que preferimos hacer algo único e instructivo que dure para siempre en lugar de algo nuevo que solo te fascine durante una temporada. Se necesita fuerza para sacar el vidrio del fuego y el calor. Se necesita paciencia para luchar por nada menos que la forma perfecta. Y se necesita mucho corazón para hacer crecer una legendaria tradición de iluminación de lujo en el nuevo mundo, trabajando con innovadores.
y tradicionalistas por igual. Pero, de nuevo, podemos permitirnos el lujo del tiempo.
Y tal vez, tú también puedas.